¿Quién lleva el control, tú o la voz en tu mente?
- Dra. Zaida N. Fernández

- 23 sept
- 3 Min. de lectura

La mente, esa compañera constante en nuestro viaje, puede adoptar diferentes roles: a veces nos anima y nos ofrece consejos útiles, pero en otras ocasiones se convierte en un crítico severo que amplifica nuestras inseguridades. Esta conversación interna está presente en todos, y aunque muchas veces parece inofensiva, su influencia en nuestra salud mental y en nuestro bienestar emocional es considerable.
El dilema no reside en el contenido de lo que expresa esa voz interna, sino en la manera en que respondemos a ella. Es común pensar que la solución para sentirnos mejor es acallar al crítico interno, lo que nos lleva a luchar, discutir o ignorar esos pensamientos dolorosos. Sin embargo, esta batalla consume una gran cantidad de energía y, como resultado, nos deja exhaustos y frustrados.
El objetivo no es silenciar ni erradicar esa voz interna que te juzga. Más bien, el enfoque se centra en transformar la manera en que te relacionas con ella. Esta perspectiva representa un principio fundamental para cultivar la flexibilidad psicológica: la capacidad de tratarte con amabilidad y de tomar decisiones alineadas con la vida que deseas, incluso cuando tu mente insiste en sus críticas o dudas.
Aprender a interactuar de una forma distinta con tus pensamientos te permite dejar de luchar contra ellos y, en cambio, abrir espacio para tus valores y para las acciones significativas. Así, la meta no es controlar cada pensamiento o sentimiento, sino avanzar hacia una vida plena, guiada por lo que realmente importa para ti, aunque la voz interior continúe apareciendo.
¿Cómo lo logramos?
Obsérvate sin juzgar
El primer paso para transformar nuestra relación con la voz interna es aprender a observar los pensamientos sin juzgarlos. Por ejemplo, cuando surgen ideas como: "No soy lo suficientemente bueno", en lugar de aceptar el pensamiento como una verdad absoluta o intentar combatirlo, se invita a visualizarlo como una nube pasajera en el cielo de la mente. Esta práctica ayuda a reconocer que los pensamientos son solo eso: productos momentáneos de la mente, no definiciones de nuestra identidad ni órdenes que debamos seguir. Al observar sin juzgar, evitamos creer ciegamente en lo que nos dice la mente y dejamos de luchar contra esos mensajes, lo que nos permite abrir espacio para actuar desde nuestros valores y no desde el temor o la inseguridad.
Toma algo de distancia
Una técnica fundamental para transformar la relación con la voz interna consiste en modificar la manera en que nos referimos a nuestros pensamientos. En vez de afirmar: “Soy un fracaso”, qué pasaría si tomas la perspectiva de un observador: “Estoy notando el pensamiento de que soy un fracaso”. Este simple ajuste genera un espacio entre la persona y lo que su mente expresa, permitiendo recordar que uno es quien observa y no la idea que aparece en la mente. Al crear esta distancia, se facilita el reconocimiento de los pensamientos como eventos pasajeros, evitando la identificación total con ellos y favoreciendo una actitud de observación.
Tomar acción literal (Mover manos y pies…en fin mover el cuerpo)
El cambio real sucede cuando dejamos de gastar energía peleando con nuestros pensamientos y, en vez de eso, usamos esa energía para hacer cosas que van con nuestros valores. Por ejemplo, si lo más importante para ti es ser un buen padre o madre, y piensas “Soy un desastre”, puedes elegir abrazar a tu hijo, leerle un cuento o escucharlo. Así, haces y generas movimiento con tu cuerpo a lo que realmente te importa, no lo que te dice tu mente cuando te sientes inseguro.
El objetivo no es que tu voz interior sea siempre positiva, sino que deje de ser un obstáculo en tu camino. El camino hacia el bienestar no se trata de controlar lo que sientes o piensas, sino de aprender a vivir plenamente conectando con el comportamiento que quieres tener congruente con tus valores. Todos los días es un desafío.
¡Decide hoy!



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