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El Arte de Confiar en Ti: Tu Viaje, Tu Equilibrio, Tu Bicicleta


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¿Sigues esperando a que alguien te enseñe, te impulse o que hagan las cosas por ti? ¿De cuantos detalles y aspectos significativos que suceden a diario te estas perdiendo? Las respuestas las relaciono como correr en una bicicleta. Tienes una bicicleta, un amigo, algún familiar te explica la teoría, de como subirte, donde están los pedales, como mover los pies, la importancia del equilibrio, etc. Al escucharlo captas el concepto y tienes la idea clara de que para avanzar necesitas pedalear. Sin embargo, algo te detiene y de qué te sirve el conocimiento si te quedas inmóvil con los pies en el suelo esperando a que alguien te empuje de forma indefinida.


La clave en las respuestas es que la experiencia de correr bicicleta es personal e intransferible. Solo tu sabrás como acomodar los pies en los pedales, mantener el equilibrio en las caderas y mantener la posición correcta para transitar sin caerte. Aprender requiere práctica. La experiencia comienza cuando decides moverte.


Lo mismo sucede en la vida. Cuando enfrentamos desafíos como iniciar un negocio, aprender una nueva habilidad, salir de una relación que no aporta, hablar en público, tener conversaciones difíciles, al principio crea incomodidad, angustia y la mente se activa con un dialogo interno: “No puedes, no lo lograrás, quítate del camino…”.  No obstante, ¿Sabes qué ocurre si sigues pedaleando a pesar de la incomodidad? Poco a poco, el equilibrio llega. En la vida la confianza crece con cada paso pequeño que decidas dar día tras día al reconocer que las caídas son inevitables y estas se transforman en lecciones valiosas y no en excusas para rendirse.


Recuerdo mis propias primeras veces en una bicicleta; la incomodidad, la torpeza, la inminente amenaza de una caída. Ese mismo temor lo sentimos cuando nos enfrentamos a desafíos personales: El miedo a la incertidumbre de un cambio de carrera, la ansiedad de abrirnos emocionalmente, o la dificultad de establecer límites saludables. Nuestra mente, en su afán de protegernos, a menudo nos detiene justo en el umbral de lo incómodo.


Si sientes que estás parado frente a la "bicicleta de tu vida", con los pies en el suelo, lleno de teoría, pero sin acción, te animo a dar el primer paso. Puede que no sea perfecto, puede que te caigas, pero te aseguro que cada paso pequeño te acercará más a la experiencia que solo tú puedes vivir.


Cuando asistes a terapia, hay verdades fundamentales: nadie puede experimentar tu proceso por ti. Podemos ofrecer herramientas, guiar a la reflexión, iluminar caminos alternativos, pero el acto de colocar los pies en los pedales —es decir, de comprometerse activamente con el proceso de cambio— es una decisión profundamente personal. Buscar el equilibrio en el cuerpo, esa sutil danza entre balancear las caderas y sentir que puedes seguir el trayecto sin caerte, es una coreografía exclusiva de tu ser.


Por mucho que expliquemos los mecanismos de la ansiedad, la depresión o el trauma, el despertar de la conciencia y la disposición a moverse a través de esas experiencias es algo que solo la persona puede hacer. El entendimiento conceptual es el mapa, pero la experiencia de transitar ese camino, con todas sus curvas y desniveles, es el viaje real.


Los primeros intentos, tanto en una bicicleta como en un proceso psicológico, suelen estar cargadas de incomodidad. La mente, ese crítico incansable, puede susurrar (o gritar): "¡Te vas a caer!", "¡Esto es demasiado difícil!", "¡Ya lo intentaste antes y no funcionó!". Es la resistencia al cambio, el miedo a lo desconocido esa zona de confort actual que parece más segura que la incertidumbre de lo nuevo.


Al igual que un ciclista aprende a corregir su dirección con pequeños ajustes y a mantener la vista en el horizonte, en el proceso terapéutico aprendemos a reconocer los desequilibrios, a tolerar la incertidumbre y a confiar en nuestra capacidad intrínseca para encontrar nuestro propio centro. Las "caídas" no son fracasos, sino puntos de ajuste, oportunidades para recalibrar y fortalecer nuestra determinación.


Crecer a menudo implica disponerse a sentir, a explorar, a actuar, incluso cuando el terreno parece inestable.  El permiso para empezar está dentro de ti. No necesitas ser perfecto. Solo necesitas la disposición a sentir el viento, a confiar en tu equilibrio, y a pedalear tu propio camino.


¡Decide hoy!

 
 
 

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