Escribir es un reto. Mi relación con la página en blanco a veces es complicada. Me acerco a ella cautelosa, la vivo amenazante. Me cuesta escribir. He aquí quiero escribir precisamente de las relaciones y la mía con la escritura pareciera querer y evitarla a la vez. En este momento se trata de aceptar lo que es. Observar qué pasa conmigo, tomar consciencia de lo que estoy sintiendo y situarme en el aquí y ahora. El próximo paso: seguir escribiendo.
Es interesante cuando me conecto con mi estado emocional sin juzgarme, solo aceptando que la pesadez está ahí y en su presencia disponerme a escribir. Poco a poco comienzo a sentir cierta fluidez en el movimiento de mis manos sobre el teclado, las letras se dibujan con cierta soltura vistiendo la hoja en blanco con una palabra a la vez y estas a su vez van tornándose en frases, luego en oraciones para transmitir el mensaje que quiero escribir. Cuando enfoco mi atención en lo que es y comienzo a moverme con la intención de enfrentar la situación de manera consciente, en ese momento mi relación con la escritura cambia.
Sucede algo parecido con las relaciones y las personas. A veces se tornan difíciles y provocan reacciones emocionales: aburrimiento, cansancio, alegría, tristeza, decepción, frustración, coraje, sorpresa. Porque al relacionarnos aparecen pensamientos, creencias, emociones, sensaciones, recuerdos… ¿Estamos conscientes de cuál es nuestra experiencia interna al relacionarnos? ¿Tengo una relación sana conmigo mismx? ¿Me acepto? ¿Me tengo paciencia? ¿Cómo es mi diálogo interno? En ocasiones es necesario detenernos y atender nuestros propios estados emocionales. En primer lugar, responsabilizarnos de nuestras propias percepciones (pensamientos, sensaciones, emociones, recuerdos). Vivimos y nos relacionamos en piloto automático y en ocasiones actuamos bajo el impulso de culpar, atacar, argumentar, dar explicaciones y enredarnos en discusiones con el propósito de ganar argumentos en lugar de encontrar un punto de encuentro para resolver el conflicto.
Hoy día es importante desarrollar la habilidad de la atención plena para aprender a relacionarnos con nosotros mismos, tomar conciencia del otro y del contexto: Con nuestros hijos, padres, esposo, esposa, empleados, compañeros… porque es parte del día a día. Vivimos relacionándonos con personas todo el tiempo.
Cuando sufrimos el deterioro de una relación significativa es difícil. Restaurar los lazos con aquellos seres que amamos, apreciamos requiere valentía. Es importante cultivar la habilidad de hablar con asertividad y si no sabes cómo hacerlo, busca ayuda. No te quedes en silencio. No es saludable para nuestra estado físico y emocional vivir en aislamiento. Estamos en la vida para nutrirnos y relacionarnos. Como también para defendernos y establecer límites cuando la situación lo requiera.
Las relaciones requieren la habilidad de hablar y llegar a acuerdos, resolver conflictos, expresar detalles importantes como por ejemplo cuando hablamos de nuestro mundo interno. Eso es precisamente lo que se dificulta a veces, no saber vestir ese lenguaje emocional con palabras que al hablarlas transmitan un mensaje claro sobre eso que sentimos…eso que necesitamos recibir.
Comienza a practicar con pequeños pasos a comunicarte de manera asertiva. Por ejemplo:
Primero paso – Solicitar la atención del otro. Describe la situación o el evento. Referirte a lo que dijo o hizo la persona. Sin juzgar o atacar.
Segundo paso – Una vez te asegures que la persona escuchó, a partir de ese momento expresar como te sientes en primera persona. “Me siento incómodo, incómoda, tengo coraje, estoy confundido, estoy confundida, decepcionado o decepcionada”. Se trata de tu experiencia interna y te responsabilizas al notar y describir lo que sientes con relación a la situación expresada.
Tercer paso – En primera persona le solicitas lo que necesitas recibir o no necesitas en ese momento. Por ejemplo: “Necesito comprensión de tu parte”, “Necesito te muestres más empática o empático”, “Necesito que me valides cuando hablo de mis sentimientos”, “Ahora no necesito tu consejo o que trates de solucionar, solo que me escuches”, “No necesito ese tipo de comentarios o burla, necesito que me trates con respeto”. Ser puntual, especifico en lo que necesitas recibir del otro. Evitar el “cantaleteo”.
En este punto es importante observar si la otra persona está en la disposición de suplir lo que necesitas. Esa parte no está bajo tu control. En este tercer paso es importante observar la conducta del otro. Usualmente si la persona valora la relación entra en un proceso de introspección y busca llegar a un punto de encuentro. Sin embargo, si notas que la persona está más orientada a ganar la discusión y se mantiene argumentando sus razones…en esos momentos no está disponible para suplir lo que necesitas. Puede ser que necesite más tiempo y es algo que también puedes expresar en primera persona. “Noto que este tema te causa mucho coraje”, “Noto cierta resistencia a lo que te solicito”.
Cuarto paso: Si es necesario, establecer límites claros. Por ejemplo: “Cada vez que me interrumpes (Descripción de la situación) cuando estoy hablando de un asunto importante, siento mucho coraje (Expresión en primera persona de tu experiencia interna), así que te voy a pedir que me escuches y no me interrumpas (Expresión de necesidades). La próxima vez que eso suceda, te voy a señalar la conducta y si insistes en interrumpir termino la conversación y cuando estés en la disposición de escuchar sin interrumpirme la reanudamos. (Establecer límites)”.
Te invito a practicar estas habilidades. Lo importante es la intención y la disposición de aprender nuevas destrezas.
Decide Hoy.
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